--¿Quieres música de fondo? ¡Ve al final de la pág! --

viernes, 10 de septiembre de 2010

Experiencia New Zealand, ¡¡ya en tu kiosko!!

Queridos amigos/as,

Debido a la gran demanda y a la cantidad de peticiones recibidas por parte de los seguidores y no seguidores de mi blog,  me he decidio a satisfacer vuestros deseos y convertir mi Experiencia en un fabuloso recuerdo que os podeis llevar a casa, os presento: Experiencia New Zealand - El libro.



Un magnífico ejemplar en edición especial limitada de tapa dura, ilustraciones a todo color, y todas y cada una de las aventuras vividas en las antípodas. Sin lugar a dudas, un libro imprescindible que no debería faltar en tu biblioteca. Rememora el Tongariro Crossing, la trepidante excursión al Fox Glacier o la vida de granjero esquilando ovejas...¡llevate el libro y conviertete en el protagonista de la historia!
Solo por el módico precio de (a negociar)

Con el primer pedido de 500 unidades un kiwi de regalo ;)



Próximamente ... la película.

domingo, 28 de febrero de 2010

Hasta siempre, New Zealand...

“El 14 de septiembre empieza mi experiencia en Nueva Zelanda. No sé cuanto va a durar, no sé lo que me voy a encontrar y no sé donde voy a acabar...si quieres averiguarlo, solo tienes que visitar mi blog, hasta pronto!”

Este párrafo marcaba el inicio de un viaje cuyo final desconocía por completo. Cinco meses mas tarde vuelvo a casa, orgulloso de haber vivido una de mis mayores aventuras.

La importancia de viajar radica en la capacidad de salvar los obstáculos que te vas encontrando por el camino y que te van haciendo mas fuerte, haciéndote crecer ante las adversidades. Pero no es simplemente el hecho de viajar, es el hecho de hacerlo en solitario, solo así puede concebirse el viaje como tal. Ya que no es solo un viaje físico, en el que descubres destinos y lugares, gentes y culturas, es también un viaje personal, un viaje hacia tu interior, y ese es el mayor tesoro que puedes abrir. Solo en las situaciones limite descubrimos de que somos capaces.

Hace 5 meses partía de Barcelona con un propósito: Desconectar de mi vida y mi rutina diarias por un tiempo, y ahora puedo asegurar que estoy mas que contento de haber tomado esa decisión. Por eso quiero animaros a todos aquellos que no habéis dado el paso a que lo hagáis, a que cogais la maleta, mochila o trolley y os vayáis a descubrir el mundo, os aseguro que os invadirá un sentimiento de satisfacción al hacerlo.

Por último, quisiera dar las gracias a todos los seguidores y no seguidores que me han acompañado en mi viaje, vuestros comentarios me daban fuerzas cuando me sentía débil y me hacían compañía cuando me sentía solo. Este viaje lo hemos hecho juntos, ¡GRACIAS A TODOS Y HASTA LA PRÓXIMA AVENTURA!


He cruzado ríos y he nadado en océanos,
he cogido autocares y me han recogido en carreteras,
he escalado 2.000metros y me he lanzado desde el doble,
he dormido en frías literas y he soñado entre sabanas limpias,
he cabalgado olas y he conquistado glaciares,
he visitado museos y me han visitado en hospitales,
he perdido objetos personales y he ganado amigos internacionales,
he caminado entre rebaños y me he paseado por ciudades,
he catado vinos y he cargado con cantimploras,
he caminado solo y he bailado entre amigos,
he reído y he llorado,
Pero sobre todo, y lo mas importante...HE VIVIDO.

Oscar Goni, el viajero    




Me convertí en vagabundo por la cantidad de vida que había dentro de mí, por la pasión de viajar que palpitaba en mi sangre y que no me dejaba tranquilo. Emprendí camino porque no pude evitarlo, porque no llevaba en los bolsillos de mis vaqueros suficiente dinero para un billete de tren, porque no poseía el mismo carácter que aquellos que trabajan toda su vida en un único empleo de largas jornadas laborales. Y en fin, porque es simplemente más fácil irse que quedarse.

Jack London,
The Road, 1907



martes, 23 de febrero de 2010

De Auckland a Paihia y tiro porque me toca

Mis últimas semanas en Aotearoa (NZ en maorí, significa “tierra de la larga nube blanca”) las paso entre Paihia y Auckland. Después de la experiencia con Don y Teresa en Echo valley olives me vuelvo a Paihia por segunda vez. Este pequeño pueblo costero se ha convertido en mi vía de escape, ¿Será la gente? ¿El hostal? ¿Las vistas? ¿Las playas? El caso es que estoy de vuelta en cap'n bob beachhosue. Me vienen a la memoria recuerdos de cuando estuve aquí por navidades y fin de año, por entonces tuve suficiente tiempo para hacer buenos amigos, ahora ya no queda nadie de la gente que conocí, sin embargo, se alojan nuevos viajeros venidos de todos los rincones; dos chicas que son la versión femenina de zipi zape, irlandesa y americana, dos chicas mas de Canadá, un ingles, otra americana, una finlandesa, y muchos mas...

Tengo que chequear mi email así que me voy a la biblioteca. En casi todas las bibliotecas de cualquier ciudad o pueblo de NZ disponen de Wi-Fi gratuito, menos mal, porque tanto la velocidad como los precios de Internet dejan mucho que desear aquí. Una vez dentro me encuentro con Sara, de EEUU. Ella es una de las veteranas de Paihia, estuvo aquí por navidades en Cap'n bob, pero ahora se aloja en otro hostal. Sara está haciendo un curso de submarinismo para dedicarse a ello profesionalmente.

Nos vamos a tomar unas cervezas a Mako, un poole bar en frente de la playa. Mako tiene varias mesas de madera en la terraza con vistas a la playa y a veces tocan música en directo, buen ambiente y cerveza a 6$. Charlamos, bebemos, y a las dos horas decidimos irnos a cenar a su hostal. Sara tiene ganas de cenar un pollo asado y me invita a compartirlo con ella. Compramos el pollo en el supermercado junto con una botella de vino y nos vamos a su hostal.

La cena resulta ser mas que aceptable después de todo. Mientras deshago la carne tierna y todavía humeante del ave, una voz a mis espaldas grita mi nombre - ¿¿Oscar?? Me doy la vuelta y resulta ser Julius, de Alemania, está al otro lado de la terraza del hostal. Me hace mucha gracia volver a verle ya que es la segunda vez que me lo encuentro por estas tierras. Esta vez no está solo, se ha echado una novia, una chica japonesa. Conocí a Julius por primera vez en National Park, en la isla norte, a finales de octubre. Coincidimos en la misma habitación en el hostal, él había venido con unos amigos a pasar el fin de semana, yo acababa de hacer el Tongariro Crossing. Casi tres semanas mas tarde volví a verle, esta vez en la isla sur, en Picton. No estábamos en la misma habitación pero si en el mismo hostal. Por aquel entonces trabajaba como ayudante en un barco que se dedicaba a realizar salidas para avistar delfines. Y la tercera vez que lo veo es aquí, en Paihia.

Es curioso la forma en que hemos coincidido, siempre ha sido en los albergues, pero cada momento y lugar en que nos veíamos era una representación de como nos íbamos distanciando poco a poco: en el primer albergue compartíamos habitación, en el segundo, solo compartíamos el albergue, y en el tercero, solo uno de los dos se alojaba en el hostal.

De todas las personas que he conocido a lo largo de mi viaje Julius ha sido el único con el que he vuelto a coincidir, ¿Por qué él? ¿Por qué en tres ocasiones?

Tras los emotivos momentos por el reencuentro y el intercambio de números de teléfono para vernos al día siguiente, vuelvo a la mesa. Sara sigue degustando el pollo. Está anocheciendo, la gente que está sentada en la terraza se va levantando poco a poco, algunos se van a sus habitaciones, otros se van a al salón a ver la televisión. Al final solo quedamos Sara, yo y la botella de vino. La conversación da un cambio de sentido y empezamos a hablar de nosotros, le soy sincero y le digo la opinión que tenia de ella cuando la conocí al principio. Sara es de esas personas que pueden parecer algo serias y ariscas al principio de conocerlas, ella me confiesa que en realidad es una chica muy tímida y por eso se comporta de esa manera. Hacemos planes para el fin de semana, salir por la noche al día siguiente y quedar para jugar a tenis el domingo.

Recogemos la mesa, nos despedimos y me marcho a mi hostal sin saber que ni quedaremos al día siguiente ni jugaremos a tenis el domingo.

Es interesante ver lo fácil que conectas con algunas personas y sin embargo con otras ni siquiera te saludas. Al siguiente día en el hostal conozco un viajero con el que experimento esta sensación.

Es una chica de Finlandia, está viajando por NZ y Asia y tiene a su prometido esperándola en el hogar junto al fuego. Nos presentamos y en seguida empezamos a charlar. Compartimos nuestra experiencia viajando por este país, pero también compartimos sentimientos y emociones y nos preguntamos que nos ha traído a este lugar.

Tras el fin de semana en Paihia decido irme a Auckland, allí hay una amiga que me gustaría volver a ver antes de dejar NZ. Cada vez mas siento que se acerca el fin de mi viaje, estoy en la recta final.


En la carretera me recogen primero dos jóvenes kiwis; coche deportivo, música hip-hop a todo volumen, gafas de sol y handshakes con los puños cerrados, todo un espectáculo. Apenas puedo intercambiar unas palabras con ellos por el volumen de la música. Siento como si hubiese cogido el autobús, me subo, me siento, y espero llegar a mi destino. Por suerte o por desgracia no llegamos hasta Auckland, así que a mitad de camino tengo que hacer transbordo. El segundo y definitivo transporte es una furgoneta con un francés al volante. Es músico y le gusta el submarinismo.

En Auckland voy a alojarme en casa de Aaron. Aaron es el hijo de Erina y Terry, o como ellos se auto definen, los ET's. Erina y Terry eran, y siguen siendo, los propietarios de Pear tree Cottage, donde hice wwoofing en Queenstown, parece que haya pasado un año desde entonces... Tuve la oportunidad de conocer a su hijo ya que hizo una visita a Queenstown por trabajo. Cuando dejé Pear Tree Cottage Erina me envió un email diciéndome que Aaron se había ofrecido a dejarme una habitación si alguna vez pasaba por Auckland, muy amable por su parte, será porque yo le ofrecí mi casa si alguna vez venía a Barcelona. Aaron se dedica a la fotografiá gastronómica, y al parecer es bastante bueno en su trabajo.

El francés, cuyo nombre no recuerdo, me deja justo en la puerta de casa de Aaron, esta es una de las ventajas de hacer auto-stop. Conozco a su mujer Emma y sus hijos Luca y Andy. Tienen una casa muy bonita a 10min del centro de Auckland. Todo el interior esta pintado de blanco, paredes, techos e incluso muchos muebles, lo cual da a la casa una sensación de amplitud. La verdad es que Aaron tiene una familia encantadora y se portan muy bien conmigo. Paso dos noches en casa de la familia Mclean hasta que me cambio al que será mi hostal para las próximas dos semanas, Verandahs Backpackers.

Verandahs Backpackers me lo recomendó un escoces que conocí en Paihia, no quería estar en un hostal inmenso con cientos de habitaciones y adolescentes en busca de fiesta y alcohol, mi perfil es de hostal mas pequeño donde tienes oportunidad de conocer a gente y donde los viajeros tienen otros intereses a parte de emborracharse hasta caer rendidos, y resulta que Verandahs es perfecto. Son dos casas cerca del centro, en muy bien estado y muy limpio.

Mis dos semanas en Verandahs son bastante relajadas, ya son los últimos días en NZ. Entre otros aquí conozco a Samuel y Claudia con los que nos vamos a hacer submarinismo a Goat Island, una isla con una reserva marina aconsejable para bucear y contemplar el fondo, o eso es lo que dicen al menos, porque cuando vamos el agua esta totalmente turbia y no podemos apreciar nada. Para quitarnos el mal sabor de boca por haber pagado para nada, nos vamos a una playa cercana a pasar el resto del día.



Samuel continua su viaje hacia el norte con el coche que acaba de comprarle a Claudia, ella y yo nos volvemos a Auckland. Los dos sabemos que hay una buena conexión entre ambos, pero también sabemos que no llevará a ninguna parte, así que lo dejamos como está.

Al día siguiente Jorge llega a Auckland desde Barcelona. Jorge es un antiguo compañero de clase que hace unos diez años que no veo, sin embargo nos vamos a ver aquí, en Nueva Zelanda, a 20.000km de nuestro hogar. Se ha enterado de que estoy aquí gracias al facebook y ha contactado conmigo, he aquí un aspecto positivo de esta red social.

Viene a visitarme al hostal y nos vamos a tomar unas cervezas con unas amigas, me hace ilusión volver a verle, pero al mismo tiempo es una sensación extraña al encontrármelo por este rincón del mundo.

Jorge va a hacer couch surfing; el couch surfing es otra modalidad de viajar que te permite pasar una o dos noches, o mas, en casa de gente que reside en la ciudad que vas a visitar. Es otro intercambio entre viajeros del que se puede sacar mucho provecho por lo que comprobare los siguientes días.

Una de las casas donde Jorge hace couch surfing esta en Waiheke, una isla a unos 40min de Auckland. Una buena idea para recorrerse la isla es alquilar una moto, así que dicho y hecho. Cojo el ferry por la mañana y Jorge me espera con la moto en la isla. Primero nos pasamos por “su casa” y como buen invitado quiere hacerle una tortilla española al anfitrión, yo ya he perdido la cuenta de las tortillas que he hecho como agradecimiento, pero esta será la última.





Después de la sesión de “con las manos en la masa”, nos vamos a dar unas vueltas con la moto. Recorremos carreteras por las que apenas circula un coche contemplando el paisaje, nos bañamos en playas desiertas y nos tomamos unas cervezas al lado del mar. A parte de esto, Waiheke no tiene nada mas de especial, es una isla poco poblada con bonitas playas.




A las 19h tengo el ferry de vuelta, Jorge me lleva al muelle justo a tiempo, y tan justo, tengo que saltar del muelle al ferry porque el barco ya zarpaba, desde luego no se que me pasa con los barcos que siempre llego con el tiempo justo para cogerlos (recordar capitulo de Wellington).


Apenas me quedan 4 días en NZ y no quiero pasarlos en una ciudad. Jorge y yo decidimos irnos a Paihia, ¡Será mi tercera vez en Bay of Islands!

El fin de semana ha empezado con lluvias, pero nosotros queremos hacer kayak, si, o si. Alquilamos un kayak doble para 4h y nos echamos a la mar. Jorge se sienta en la proa mientras que yo ocupo la popa. Cargamos con víveres, dejamos la playa y empezamos a remar. Al poco vemos unas nubes bastantes negras en el horizonte, parece que se atormenta una vecina, pero a nosotros no nos importa, tenemos un objetivo: ¡¡Queremos conquistar el islote que tenemos en frente!! conseguimos llegar a tierra y nos sentimos satisfechos.

Jorge saca su kit de pesca anti-crisis: cuerda, plomo y cebo, y prueba suerte en las bravas aguas de la bahía. Le bastan 3min para darse cuenta de que estamos perdiendo el tiempo y de que es mejor que levemos ancla y salgamos a explorar los mares. Empiezan a caer algunas gotas, pero eso no nos detiene. Sin embargo tenemos un pequeño problema con la dirección de la embarcación, parece que por mucho que intentemos remar de forma coordinada, tratando de seguir una linea recta, el kayak acaba virando a estribor, ¡¡Incluso a veces cuando solo utilizamos el remo derecho seguimos virando a estribor!! Nos han timado pero bien, seguro que el tipo que nos lo ha alquilado se esta revolcando de la risa viéndonos desde la playa.

Pero nosotros no nos rendimos, seguimos con nuestra aventura marítima. Además yo estoy muy metido en el papel de remero. Nuestro destino es llegar hasta un peñón que delimita el final de la bahía, es el punto mas lejano al que se nos permite llegar, pero modificamos nuestro rumbo ya que las condiciones son demasiado adversas, decidimos entonces dirigirnos hacia el río y remontarlo hasta llegar a la Gran Cascada (lo pongo con mayúsculas para que parezca realmente grande).

Remamos con intensidad, el oleaje arrebate contra nuestro Kayak del carrefour, pero se mantiene estable. Hay otros sin embargo que no lo han conseguido, divisamos un pájaro muerto a la deriva, eso nos indica que la ruta no esta exenta de peligros.

Seguimos navegando y entramos en el río, la lluvia sigue cayendo sin cesar, y menos mal porque si cayera él nos dolería, (momento para chiste malo). Las aguas son ahora mas tranquilas, la navegación se hace mas placentera lo que nos permite al mismo tiempo disfrutar del paisaje a un lado y otro del río. Es una bonita imagen la que ofrecen las decenas de pájaros que se posan en las ramas de los arboles que están a las orillas de la desembocadura.

Al final llegamos a la gran cascada, no es el Niagara pero no esta mal. Jorge desembarca para darse un baño, parece que no ha tenido bastante con la lluvia, mientras yo me divierto acercándome a la cascada para luego dejarme llevar por la corriente tratando de sortear las rocas.

Recojo a Jorge y seguimos con nuestra aventura esperando que Poseidón se ponga de nuestra parte. Todavía disponemos de tiempo antes de amarrar el navío, así que asignamos un nuevo objetivo y rumbo, PESCAR. Salimos otra vez a mar abierto y amarramos en una superficie rocosa donde nos han sugerido que podríamos tener éxito con el sedal.

De nuevo Jorge saca su kit, prepara el cebo, lanza la cuerda y esta vez la fortuna esta de nuestro lado, apenas pasan un par de minutos y ya ha picado uno. El problema es que el pez es demasiado pequeño, pero ha picado de tal manera que no sobrevivirá, lo devolvemos al mar, ¿Pensando que va a resucitar o que? En fin, volvemos a lanzar el cebo, estamos de suerte, vuelve a picar otro, pero tampoco alcanza la medida mínima y tampoco sobrevivirá, así que después de matar a dos inocentes peces inútilmente pensamos que lo mejor es dejarlo por hoy. Pero no queremos irnos con las manos vacías, por lo que recogemos unos mejillones y nos los hacemos al vapor en el hostal.

Ponemos rumbo a la playa y acabamos así con nuestra aventura por bay of Islands, la próxima vez creo que alquilaremos un bote.

Al volver al backpacker nos encontramos con Katrina de Australia, una amiga de Auckland que ha venido a pasar el fin de semana con nosotros. Acaba de llegar a Nueva Zelanda por lo que este es el inicio de su viaje.

Llevo 5 meses comiendo en los hostales, cargando con la comida de un lado a otro y cocinando cada día, pero esta noche quiero que sea diferente, quiero salir con mis amigos a cenar a un restaurante decente, esta noche toca pescado.

Mientras Jorge y yo nos tomamos unas cervezas en Mako esperando a Katrina, vemos pasar un chico con una camiseta del Barça. Jorge suelta un ¡Força Barça! Y el chico inmediatamente se gira hacia nosotros. Nos pregunta si somos de Barcelona, le decimos que si y empezamos a hablar en catalán. Es la primera persona de Barcelona que conozco desde que he llegado a Nueva Zelanda.

Cenamos en un restaurante llamado Seafood que se encuentra a unos metros de Mako. Seafood es una casa colonial antigua reformada y convertida en restaurante. Atravesamos un pequeño jardín antes de llegar a la terraza. Compartimos mesa en la terraza con una familia alemana y dos hombres Australianos que han venido a pescar a NZ. Los Aussies parecen gemelos, están sentados uno al lado del otro con sus imponentes barrigas que denotan una buena vida de jubilados. Intercambiamos algunas palabras con ellos, son bastante divertidos.

La cena es deliciosa, y la compañía todavía mas. Después de la cena y unas copas volvemos al hostal. A la mañana siguiente Jorge coge un autobús en dirección a la costa oeste y yo me vuelvo con Katrina a Auckland, así que me despido de Jorge con un abrazo. Me ha gustado volver a verle y pasar estos últimos días con él. Jorge, espero que disfrutes de tu viaje, ¡cuidate!


15 de febrero, embarco en el avión a las 12:45, me esperan unas 25 horas de vuelo. Mi experiencia en Nueva Zelanda ha llegado a su fin tras 5 meses de aventuras.


16 de febrero, 08:40, mi avión aterriza en el aeropuerto del Prat, ya estoy en casa.





viernes, 29 de enero de 2010

Echo Valley Olives – EVO

El último conductor del día me deja en la salida de la autopista que lleva a Mangawhai. Tan solo bajarme del coche empieza a llover. Estoy solo en medio de la autopista y bajo la lluvia. Busco en la cartera algo de comer, encuentro una manzana y una ciruela, pero aún están verdes, les doy un par de mordiscos y las tiro, seguro que los pájaros las sabrán apreciar mejor.

No hay un solo lugar decente donde pueda cobijarme de la lluvia, así que tengo que conformarme con un pequeño árbol que apenas tiene suficientes ramas para cubrirme a mi y a la mochila. 20min mas tarde llega Don para recogerme, soy el único que esta esperando en la autopista por lo que no tiene problemas para reconocerme.

Pasamos primero a buscar a su madre, Hether, tiene 93 años pero se mantiene muy bien. Ha estado en una residencia durante unos días ya que Don y Teresa se habían cogido unas vacaciones.

Llegamos a casa, Don me presenta a Teresa y a la pareja de Belgas que van a hacer wwoofing conmigo, Nico y Alline. Acaban de llegar a NZ, van a pasar tres meses aquí, Alline ha perdido el trabajo y a Nico le han dado un “break” de tres meses, por lo que han decidido viajar.

Mientras cenamos en la cocina me doy cuenta de que el techo esta muy agrietado, siento curiosidad y les pregunto si es a causa de la humedad, pero me dicen que no, se agrietó cuando trajeron la casa desde Auckland hasta Mangwhai. Si,si, la casa entera, parece ser que es algo común en Nueva Zelanda, la gente se lleva la casa a cuestas allá donde van, nunca mejor dicho. Suelen transportarla entera o la parten por la mitad si es demasiado grande, la vacían de muebles y la cargan en un trailer especial. Normalmente se transporte durante la noche, cuando hay menos tráfico, rodeada de coches de seguridad por precaución.

Ha sido un largo día viajando, necesito dormir. Don me lleva a la habitación, que es en realidad un casa a parte, dos habitaciones cocina y baño, esta en muy buenas condiciones y muy limpia, uno de los mejores sitios donde he dormido haciendo wwoofing.


Con la luz de la mañana puedo ver la propiedad, estamos rodeados de olivos, tienen unos 600. Producen aceite de oliva virgen extra de alta calidad, tienen 6 diferentes tipos de olivas. A parte del aceite también tienen un huerto del que sacan provecho economicamente. Tanto el aceite como las verduras lo venden en los mercados los fines de semana, por lo que siempre están moviéndose de ciudad en ciudad para vender sus productos.


Trabajamos de 9h a 15h, con media hora de descanso para el te de la mañana y una hora para comer. Los primeros días tengo que segar el campo alrededor de los olivos con una segadora circular, hasta que la maquina dice no y deja de funcionar sin mas. El resto de la semana me dedico a ayudar a Nico y Alline trabajando en el huerto, plantamos judías, guisantes y chili. Cubrimos los tomates con una red para protegerlos de los pájaros, pero ya es tarde, algunos tomates han sufrido el ataque de la fuerza aérea Neozelandesa, también llamada ANZAC – Australia and NZ army core – ese era el nombre de las fuerzas armadas durante la segunda guerra mundial. Recogemos los tomates heridos en combate y los llevamos a la cocina, algunos de ellos no sobrevivirán, pero otros aún podrán ser útiles para decorar nuestras ensaladas.





 Las fuerzas aéreas no solo arrebaten contra los tomates, yo soy el siguiente objetivo. Mientras disfruto tranquilamente de una taza de café en el porche, un par de abejas me avistan volando muy bajo y muy cerca de mi cabeza. Pasan de largo, pero al poco tiempo vuelven, esta vez armadas con munición. Tengo que empezar a correr y me persiguen, pretenden aterrizar en mi cabeza y descargar sus misiles , me resulta difícil deshacerme de ellas, al final tengo que huir del lugar corriendo. Al cabo de media hora vuelvo a mi base, confiando en que el enemigo haya desaparecido, pero siguen ahí...entro corriendo en la casa y cierro las compuertas (puerta anti mosquitos). No pueden traspasarla, pero no dejan de intentarlo, primero una, luego dos, hasta que al final hay cuatro abejas de combate intentando traspasar mi muralla. Necesito refuerzos (Don y Teresa) pero estos no llegan, han cortado las comunicaciones y me es imposible contactar con ellos. Estoy totalmente rodeado. Me cubro con un chaleco antibalas (chubasquero), me hago con el vehículo mas rápido del que dispongo (zapatillas de treking), y me preparo para dejar la base. Abro las compuertas y empiezo a correr intentando esquivar el fuego enemigo, consigo escapar de nuevo sin sufrir heridas considerables. ¡malditas abejas!

Don es un apasionado de los coches clásicos, y en particular de la marca Ford. Tiene un Ford pick up de los años 30 con la marca de aceite estampada en las puertas, es la mejor manera de darse a conocer. Ademas tiene un Ford explorer, un Ford F150 (pick up de los años 70 aproximadamente), y un tractor, también Ford. El único coche que no encaja en este puzzle es un Chrisler de los años 50.


A Don le encanta moverse por la zona con su Ford de los años 30, saluda a todo el mundo que se cruza con él, algunos son conocidos o vecinos, pero otros no tiene ni idea de quien soy, aún y así les saluda, se le va mas que orgulloso con su juguete sobre ruedas.

El jueves Don y Teresa están invitados a realizar una cata de aceite de oliva en The Club, un club de bolos. A parte de la cata de aceite también se realizara una cata de vinos. Nico, Alline y yo nos apuntamos a la fiesta. Nico y Alline representan los directores de ventas en Bélgica y yo soy el director de ventas en España. Hay una sala preparada para el evento con una una mesa presidencial donde se pondrán los diferentes tipos de aceites y  en frente hay dos largas mesas donde se sentaran los catadores.

Nico y yo nos sentamos junto a Hether y accidentalmente pasamos a formar parte del grupo de catadores. Probamos tres blancos, tres tintos y un espumoso. Los tintos saben bien, pero los blancos los sirven a temperatura ambiente en vez de servirlos fríos, pero al parecer es la mejor manera de apreciar sus diferentes sabores.


Tras la cata Teresa propone ir a cenar a una pizzería y nadie se opone por supuesto. En la pizzeria conocemos a Gordon, un amigo de Don. Vive en una especie de cuadra al parecer, cuando le preguntamos que utiliza como baño nos contesta el “long drop toilet”. Se cava un hoyo en la tierra lo suficiente profundo y cuando uno se sienta para hacer las necesidades escucha un “long drop” (larga caída) hasta que llega al fondo del hoyo. Por lo que cuando se oye una corta caída significa que hay que cavar otro hoyo.

A medida que voy conociendo el modo de vida de la gente que vive en las áreas rurales, me doy cuenta de que no le dan mucha importancia a la propiedad en la que viven, se conforman con mas bien poco, y tengo esa sensación alrededor de todo el país. Por supuesto, aquí también se pueden encontrar grandes mansiones de lujo cerca de la playa, pero eso ya lo conocemos todos.
 
Un día, tras pasar la mañana trabajando, Don me pide que le acompañe a dar un paseo. Nos vamos al otro lado del río, sigue formando parte de su propiedad pero lo tiene algo dejado, la hierba llega hasta las rodillas y los olivos apenas pueden diferenciarse de la jungla. Pero eso no es lo que me quiere enseñar, me lleva hasta unos matorrales donde hay un nido de Pukeko. El Pukeko es uno de los pájaros mas comunes en NZ. El nido tiene unos 6 huevos, nuestro objetivo es robar uno..así que sigilosamente apartamos la ramas y cogemos un huevo con mucho cuidado. Volvemos sobre nuestros pasos sin que nadie se apercate de nuestro pequeño hurto.
 
 
 
La idea de Don es poner el huevo junto con el resto de huevos de las gallinas y que se haga a fuego lento hasta que nazca un pequeño pukeko. La pobre gallina alucinara cuando vea que no es un pollito lo que sale de la cáscara...
 




A finales de la semana me voy a tomar unas cervezas al pueblo con Don, Teresa se ha marchado un par un dias para cuidar de sus nietos. Es entonces cuando tengo la oportunidad de conocer un poco mas a Don. Estuvo vivendo en Inglaterra durante 20 años haciendo todo tipo de trabajos, se casó tres veces, pero parece que por fin ha encontrado la estabilidad con Teresa.

Quizá el destino decidió hace tiempo que Teresa debía ser su mujer, ya que la conoció por primera vez unos dias antes de partir hacia Inglaterra. Nunca estuvieron en contacto cuando Don se marcho, pero aqui los tienes ahora, juntos en una granja de olivos...

El destino siempre tiene algun As guardado en la manga y nunca sabes cual va a ser su siguiente jugada.

Me voy de Echo Valley despues de dos intensas semanas trabajando, yendo a la playa, pescando, catando aceites y vinos...creo que puedo darme por satisfecho. Veremos cuál es la siguiente parada.

martes, 19 de enero de 2010

Vuelvo al retiro - Mana

A las 9h de la mañana Malte, uno de los compañeros del hostal, me deja a las afueras de Pahia para que pueda hacer autostop.


Espero unos 10min hasta que me recoge David, un Coreano de 32 años que apenas sabe decir hola en ingles. Vuelve a Auckland después de haber pasado un par de días de vacaciones en Bay of Islands. Acaba de llegar a Nueva Zelanda, ha venido para estudiar ingles durante un mes pero no empieza las clases hasta el día 4. Vive en Seoul, esta casado y se gana la vida fabricando los artilugios que después serán utilizados por los dentistas para atemorizarnos en sus consultas. Pero no siempre ha llevado la misma vida, antes cumplía servicio en la armada Coreana, es cinturón negro de taekwondo.

Tras explicarnos nuestra vida el uno al otro, me pregunta si me gustaría viajar con él hasta el día 4, cuando empieza las clases en Auckland, y es entonces cuando veo mi oportunidad. Como no tiene las cosas muy claras y no sabe muy bien que hacer, le propongo que vayamos Mana, que pase una noche allí gratuitamente y luego puede seguir viajando y visitando la región de Coromandel. Acepta encantado, no tiene nada mejor que hacer...

He conseguido un billete directo a Mana desde Paihia, unas 6 horas de trayecto, ¡no esta nada mal!

Llegamos al retreat center por la tarde, dos horas mas tarde de lo que esperábamos a causa del tráfico. Saludo a Donna y a Val y me presentan al resto de wwoofers, un chico de Sudáfrica, otro de EEUU, Jess de Auckland y una pareja de kiwis. Al rato Val me dice que podemos ayudar en la cocina para la cena, no esperaba tener que trabajar nada mas llegar...pero por suerte tengo otro ayudante, David, el pobre se pasara fregando platos durante una hora...

En Mana todo sigue igual, casi la misma gente, las mismas vistas desde el comedor de las que uno nunca se cansa de contemplar y el canto incesante de los pájaros.

El mismo día que llego entra un nuevo grupo de clientes, unos 40. Vienen para hacer un curso de una semana de duración. Todos tiene algo común, incorrecciones de la vista, miopía, hipermetropía, etc, el objetivo es mejorar la visión sin ayuda de las gafas y por supuesto sin ningún tipo de cirugía. Terry dirige el curso, cuenta la historia que Terry tenia una miopía que no veía tres en un burro, pero consiguió corregir totalmente la visión gracias a sus técnicas y ejercicios. Según él la vista y la mente están relacionadas, por lo que todo es una cuestión mental, valga la redundancia.

Algunos de los ejercicios que los asistentes al curso realizan son: no llevar gafas durante toda la semana y subir al santuario y volver en plena noche sin ninguna linterna. Es divertido ver a uno de los asistentes, un asiático, que debe tener un miopía tremenda, y cada vez que llega la hora de comer y pasa por el bufet, tiene que agacharse y acercar la vista a 10cm de las bandejas para saber que hay para comer.

Hablo con algunos de los clientes y están mas que convencidos de que estas técnicas son útiles, de hecho, asisten cada año al curso, siempre se realiza en un lugar distinto, esta vez se ha escogido NZ aparentemente porque tiene una luz especial.

Hago muy buenas migas con Andrew y Jess, pasamos las tardes jugando a baloncesto hasta que anochece y ya no somos capaces de distinguir el defensa del poste de la canasta.

La semana ha pasado rápido, como de costumbre. Me toca volver a Northland, de donde he venido, allí voy a hacer wwoofing en un campo de olivos, los propietarios producen aceite de oliva extra virgen, ¡me voy a sentir como en casa!

Playa de Paihia (parece brasileño, pero sigo en NZ)



Ante todo, quiero anunciar que tenemos un ganador - Sara, enhorabuena!!!. Ha adivinado que es lo que el conductor me dio al bajarme del coche: "Sustancia para fumar", que la utilize como moneda de cambio para pagar al siguiente conductor. Gracias a todos por participar! Te dedico la cita Sara, un beso!

Whangarei resulta ser mas que decepcionante. Un pueblo abandonado sin ningún atractivo. Incluso en la habitación del hostal, de 6 camas, soy el único ocupante. Decido entonces irme a Paihia, una hora en dirección norte.

Paihia es un pueblo costero situado en la zona de Bay of Islands ( Bahía de las islas). Como podéis imaginaros, la bahía esta repleta de pequeños islotes que pueden recorrerse o bien con barco o bien con kayak.
Para que os hagáis una idea, se podría comparar con Sitges (para aquellos que conocen Sitges claro...) pero algo mas pequeño.





Me alojo en el Backpacker cap'n' bob beach house, casi en primera linea de mar. Kay es la propietaria, y lo cierto es que hace muy bien su trabajo, es uno de los hostales mas limpios y acogedores en los que me he alojado en NZ. Desde mi habitación puede oír como rompen las olas por la noche antes de dormirme.

Parece que por fin ha llegado el verano, hace sol y altas temperaturas, perfecto para disfrutarlo en un pueblo costero. Me voy a dar un paseo el primer día para hacer una toma de contacto. Me paro en una cafetería que tiene una terraza en un primer piso para tomarme una cerveza en frente del mar.

Mientras leo los tableros colgados en la pared con el menú y las bebidas disponibles se acerca una camarera para saludarme. Me dice que me parezco a un componente del grupo “The Strokes”, parece que le hace gracia. Se llama Emma, es de Canada. Le pido una cerveza y la invito a tomarse una conmigo en cuanto tenga un rato libre.

Media hora después de disfrutar del mar desde la terraza Emma aparece con otra cerveza, invita la casa. Charlamos durante una hora, hablamos de Canadá, de NZ, de España... Desde luego he recibido una buena bienvenida en Paihia.

Uno de mis compañeros de habitación del hostal es Julian, un Californiano de 42 años con el que estableceré una buena amistad. Ha venido a Nueva Zelanda para buscar trabajo, es fotógrafo y le gustaría realizar videos comerciales en Wellington.


Mis días en Paihia se suceden yendo de playa en playa y disfrutando del verano, aunque suene raro, por primera vez tengo la sensación de estar de vacaciones.

Estamos en diciembre y se acerca la navidad, desde luego, aquí nadie lo diría, no hay nieve, ni belén, ni luces navideñas por las calles, ni árbol...bueno, árbol si, pero no precisamente en el salón...es extraño pasar un diciembre en bañador y nadando en el océano.





Se acerca nochebuena y nuestro plan es hacer una barbacoa en el hostal. Tenemos una terraza con vistas al mar perfecta para comer fuera. Nos juntamos Manika, una pareja de Alemania, otro chico alemán y yo. Nunca mejor dicho, ponemos toda la carne en el asador y al final tenemos una buena cena de Nochebuena, eso si, sin villancicos.



Para el día de Navidad Kay nos ofrece una ensalada y algo de carne, ¿y a que no sabéis que vamos a hacer? ¡otra barbacoa! Pero antes pasamos la mañana en la playa, ¿como tiene que ser en Navidad no?



No os voy a decir lo que hacemos por nochevieja porque ya os lo debéis imaginar. Después de la cena y ver los fuegos artificiales desde la terraza nos vamos al pueblo. Las calles están repletas de coches y gente festejando el año nuevo y en los bares no cabe ni un alfiler. Nos damos un paseo e intentamos entrar en un bar, pero resulta imposible, esta completo. Desistimos y volvemos al hostal hacia las 3 de la madrugada, estamos en el 2010, empieza un año nuevo y también una nueva década, procuraremos vivirlo de la mejor manera posible, ¡FELIZ AÑO NUEVO!




2 de enero del 2010, me voy a Mana otra vez por una semana, de momento no hay ninguna vacante disponible para wwoofers en el área de Northland, de todas formas, me alegra la idea volver a ver la gente que me acogió cuando llegue a Nueva Zelanda. ¡A la carretera!

miércoles, 6 de enero de 2010

"Toma, que lo disfrutes"

Esta frase aparece en la última entrada publicada - Raglan, paraíso del surf.

Alberto, uno de los seguidores del blog, me ha pedido que le explique que signfica "toma, que lo disfrutes".

Sin embargo, en vez de desvelar el misterio, os animo a todos a que participéis en un pequeño concurso e intentéis adivinar a que me refiero con "toma, que lo disfrutes".

El ganador tendrá una mención especial en la siguiente entrada, además de dedicarle una cita. Pero ten en cuenta que solo dispones de una oportunidad, ¡así que piensa bien tu respuesta!

Espero vuestras respuestas, ¡mucha suerte y a jugar!


lunes, 28 de diciembre de 2009

Raglan - paraíso del Surf



Raglan es un pueblo de surfistas situado en la costa oeste de la isla norte, a unas dos horas de Auckland. El lugar donde me dirijo se llama Soslcape, un eco-village cuyas habitaciones son vagones de tren transformados en dormitorios. El ambiente surfista se palpa en el ambiente, tablas de surf por todas partes y gente procedente de varios lugares atraídos por el pico de Raglan, que forma una ola de izquierdas mas que respetada.





No importa la nacionalidad, Uruguayos, Daneses, Californianos, Italianos, Alemanes...todos vienen aquí con un propósito: SURFEAR



Raglan tiene una playa perfecta para principiantes, cada día decenas de personas intentan ponerse en pie sobre un longboard empujados por las olas que rompen en la playa. Sin embargo, para los experimentados, hay dos picos perfectos: Manu Bay e Indicators.

Mis compañeros de habitación son Stefano, un Uruguayo que lleva toda su vida cabalgando las olas y Jonas, un Danes que esta aprendiendo. El ambiente en Solscape es el que tiene que ser, música, barbacoas y buen tiempo.

Me paso los días en la playa, observando los surfistas, paseando o tomando el sol. He venido aquí con un objetivo, intentar surfear, así que alquilo un longboard y me voy a la playa. Dos horas mas tarde, después de haber luchado con las olas, me doy un descanso. La verdad es que parece mas fácil de lo que es, cuando consigo ponerme en pie en la tabla me voy directo al agua, supongo que esto es como todo, práctica, práctica y más práctica, y sobretodo, paciencia. Al menos he pasado un rato divertido en el agua.

Manu Bay e Indicators es otra cosa, me paso horas contemplando las figuras que realizan los surfers.






1 -

2-

3 -





Fotografía: Oscar Goni

A mediados de semana llega a Solscape un tipo curioso, Martin, es de París. A leído el libro “The Secret” y cree ciegamente en todo lo que dice, es mas, parece ser que ha ganado la lotería, y solo porque estaba seguro de que la ganaría. Así que ahora se gasta el dinero como le da la gana, ya que cree que con desearlo lo conseguirá de nuevo. Yo no se que hay de verdad en su historia, pero ya que no tiene problemas económicos le digo que me invite a cenar, dicho y hecho, nos vamos a una pizzeria y me pido la pizza y el vino mas caros de la carta, ¡incluso él me anima a hacerlo, merci Martin!

Se acaba la semana de surf, me voy hacia el norte. Mi compañero de habitación se dirige a Auckland así que me voy con él. Se llama Kevin, es un neozelandes que reside en Australia actualmente. Llegamos a Auckland en dos horas, me deja en una entrada de la autopista, mi destino es Whangarei, a unos 160km. Me recoge primero un obrero de la construcción, un buen tipo. Al bajarme de la camioneta, cuando estoy a punto de cerrar la puerta, me extiende la mano y me dice – toma, que lo disfrutes.

El siguiente conductor, Alex, es otro obrero de la construcción, nos paramos en casa de su madre que vive al lado de la carretera y me invitan a una taza de té, conozco a su hija, su madre y el esposo de su madre. Charlamos un rato y al cuarto de hora me despido, le extiendo la mano a Alex y le digo – toma, que lo disfrutes. Vuelvo a la carretera. El siguiente conductor es una mujer con su hijo, vienen de hacer clases de hípica, tienen una granja con caballos, me invitan a pasar la noche, lastima que ya tenga reservado el hostal, de lo contrario me habría ido con ellos.

Y por fin llego a Whangarei, son las 19h, he salido de Raglan a las 13h.