--¿Quieres música de fondo? ¡Ve al final de la pág! --

martes, 24 de noviembre de 2009

Queen Charlotte Track, 70km, 3 dias

El ferry me deja en la ciudad de Picton, en la isla sur. Picton es una pequeña localidad con una bonita bahía, y es lo único que tiene, pero lo conservan muy bien. Me alojo en Towbstone backpackers, uno de los mejores hostales donde he estado hasta ahora, aunque por lo que he oído, en Picton todos los hostales son mas que decentes. El alojamiento incluye incluye toalla de baño y desayuno, además el hostal está en perfectas condiciones. El único inconveniente es que está un poco alejado del centro, es decir, tengo que caminar 10min, y en frente esta el cementerio, pero incluso el cementerio resulta un lugar agradable por donde pasear. En Picton voy a estar una noche y después haré el Queen Charlotte track, en Marlborough Sounds.


Queen Charlotte track es un sendero que pasa a través de una cordillera rodeada a ambos lados por el océano, lo que aquí conocen como los Sounds, es decir, canales de océano entre dos masas de tierra. El sendero tiene una longitud de 70km y puede recorrerse entre 3 y 5 días. Hay varias compañías que te transportan en barco al inicio del camino y luego van dejando tu equipaje en cada punto en el que vas a pernoctar, por lo que solo tienes que cargar con lo justo para pasar el día.

El punto de partida es Ship Cove y el punto de recogida Anakiwa. A las 9:30 de la mañana del viernes el barco nos deja a dos chicas (ya debéis imaginar de donde son a estas alturas del blog) y a mi en Ship Cove, es el inicio del sendero. Al principio camino junto con las chicas, pero no son precisamente Usain Bolt, y el tramo que tienen que recorrer es justo la mitad del mio, así que las dejo atrás. A partir de ahí sigo mi camino solo, durante horas, es difícil encontrarse gente, además no estamos en temporada alta.
La vegetación aquí es muy parecida a la zona de Coromandel donde estuve haciendo wwoofing, osea, la jungla, miles y miles de arboles Ponga. El Ponga es un árbol semejante a una palmera, sus ramas están enrolladas al principio y poco a poco se van desenrollando y se va formando la rama. De vez en cuando veo pequeñas playas aisladas y desiertas. Sigo caminando solo, no hay nadie delante mio y tampoco me sigue nadie.
























Hacia las 19:00h llego al hostal, bueno, a casa de Noeline. Noeline es una mujer de unos 80 años, viuda desde los 65, vive sola en esta casa, es su hogar. Me recibe con unas rebanadas de pan con mantequilla y un café. Tesa he llegado la primera, ella está recorriendo solo una parte del sendero y lo hace en bici. 10min mas tarde llega Rafael, de Polonia. Nos sentamos en el salón, estamos cansados, han sido muchas horas caminando. Mientras disfrutamos del café y el pan con mantequilla, Noeline nos cuenta sus batallitas. Cuando su marido falleció se dedico a viajar sola, a partir de los 70, y desde entonces no ha parado, ha recorrido medio mundo. Incluso los periódicos locales y alguna revista de viajes le han dedicado un pequeño reportaje. Estuvo en España, en Marbella.


A la mañana siguiente, tras un desayuno fuerte me despido de Noeline, me da dos besos, eso lo aprendió en España. Rafael y yo seguimos nuestro camino, juntos al principio pero al cabo de un rato nos separamos, creo que ambos queremos disfrutar del camino en solitario. Toca ascensión, debemos subir a 400m, pero una vez arriba las vistas lo merecen. En este tramo hay algo mas de tráfico, conozco a una pareja de holandeses en bicicleta, ¿que raro verdad?. Es el segundo día caminando y se nota, las plantas de los pies empiezan a doler. Mas adelante me encuentro una grupo de australianos de avanzada edad, están haciendo un pausa y comiendo algo, me ofrecen chocolate y acepto encantado, me quedo charlando un rato con ellos.




Llegamos a Punga Cove antes de lo esperado. Nuestro alojamiento aquí tiene vistas a una pequeña bahía. Los propietarios son una familia que viven en la planta superior de la casa, la planta inferior la han habilitado para clientes. Esta en buenas condiciones y tiene buenas vistas, pero aún y así es algo caro. Rafael y yo somos los únicos invitados hasta que llega una pareja, el de Alemania ella portuguesa.




En el tercer y último día el terreno es llano, por lo que cubrimos la distancia con relativa facilidad. Me tomo un café al llegar porque me lo merezco y porque yo lo valgo. Tras el café, Rafael y yo nos tumbamos en el césped a descansar mientras esperamos que el barco nos venga a recoger y nos lleve de vuelta a Picton.
 


No hay comentarios:

Publicar un comentario